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Discurso do Ministro Celso Amorim por ocasião de cerimônia comemorativa do XX aniversário do lançamento da Rodada Uruguai em Montevidéu

Querido Nin Novoa, Vicepresidente de la República, querido amigo Ministro Gargano, Ministro Mujica, Ministro Lepra, querido amigo Sergio Abreu. Felicito también todos los veteranos de otras rondas, algunos de los cuales siguen trabajando en la actual. Querido amigo Pascal Lamy, ex presidente Sanguinetti, bajo cuyo liderazgo se estableció la Ronda Uruguay, que hoy celebramos.

Es muy emocionante estar aquí hoy, en este sitio. Estar en Uruguay, em primer término, es siempre un placer, en un día maravilloso como hoy especialmente, pero también estar en este sitio en particular, que se llama el Edificio Mercosur. Eso en sí mismo demuestra como el mundo cambió desde el tiempo en que estábamos lanzando la Ronda Uruguay hasta los días de hoy. Y este edificio, que no sé cuantos años tiene, pero que como Edificio Mercosur tiene que tener como diez años, no sé, ya hizo mucha historia.

Para mencionar solamente un evento en que estuve aquí, en una reunión de Mercosur, se firmó aquí el acuerdo entre Mercosur y la Comunidad Andina, com lo cual creamos algo que parecía imposible, hace doce años, se acuerda seguramente Sergio, que es un área de libre comercio sudamericana. Eso es algo muy importante, y digo que es muy importante porque en realidad estoy empezando por una digresión, pero creo que es una digresión válida en este caso. Es que en el mundo en que vivimos, y en el mundo en que vamos a vivir y que van a vivir nuestros hijos y nuestros nietos, países relativamente grandes, entre los cuales incluyo Brasil, o podría incluir Canadá, son relativamente pequeños en el mundo de bloques que se está conformando. Y por eso la unidad de Sudamérica es algo tan importante, por eso Mercosur es tan importante. Por eso defendemos tanto, y con tanto vigor, esa presencia de Mercosur en los mercados internacionales. Porque, si incluso un país como Brasil, es relativamente pequeño en la lucha del comercio mundial, seguramente lo mismo pasa con otros países de nuestra región.

Quería también agradecer mucho la invitación. Yo veo, mirando alrededor, muchos amigos, amigos nuevos, amigos antiguos, pero yo tuve el honor de estar en Punta del Este, no como jefe de la delegación, pero tratando ahí de la propiedad intelectual, y tratando un poco de evitar que fuera lejos demás, que no impidiera el desarrollo de los países en desarrollo, más tarde estuve con Sergio Abreu en Marrakech, cuando firmamos la Ronda Uruguay, creo que mi querido amigo Enrique Iglesias también estaba ahí, muchos otros. Y seguí por Seattle, Doha, Cancún Y Hong Kong, entonces ya tengo ahí muchas cicatrices de las negociaciones comerciales internacionales, pero quiero, digamos, por eso mismo decir, porque tengo muchas cicatrices tengo también optimismo. El optimismo que reflejaba un poco Pascal Lamy en sus observaciones, y que también leo en el comunicado que no sé si es público pero que ha sido preparado con gran empeño. Y quiero realmente felicitar a Reinaldo Gargano, a Sergio Abreu, al CURI y a todos los uruguayos que han tomado la iniciativa, porque creo que uno de los grandes méritos de Uruguay, si me permiten decir, es que es un país realmente ciudadano del mundo, y que mira a sí mismo como ciudadano del mundo. Y que toma las iniciativas correctas en los momentos correctos. Y esa es, sin duda, una iniciativa muy importante en un momento crítico de la Ronda de Doha.

La Ronda Uruguay fue la más importante ronda de negociaciones multilaterales hasta hoy y resultó en la creación de la Organización Mundial de Comercio. Sólo eso sería suficiente para inscribir el nombre del país anfitrión en la historia del sistema multilateral de comercio.

La Ronda Uruguay, como ya se dijo, abarcó temas hasta entonces ausentes de las negociaciones multilaterales - algunos que hacían más bien parte de la agenda de los países más ricos, como servicios, medidas de inversión relacionadas al comercio y la propiedad intelectual. Pero también, para los países en desarrollo, se crearon oportunidades nuevas. Importante es el hecho de que la Ronda Uruguay reintegró al GATT dos sectores de su especial interés, de especial interés de los países pobres: los textiles y la agricultura.

Para dichos países, la Ronda Uruguay reflejaba una apuesta importante en la contribución potencial del sistema multilateral de comercio y, luego, de la liberalización comercial al desarrollo económico y social, la lucha contra la pobreza y la superación de las desigualdades.

Sin embargo, la Ronda Uruguay nos dejó como legado grandes desafíos. Al final, el contenido de "desarrollo" de la Ronda Uruguay resultó relativamente débil, sea en el texto de los propios acuerdos o en la implementación de sus resultados. El alcance de los resultados em agricultura fue más limitado de lo que hubiéramos deseado. El propio Acuerdo sobre Agricultura ya reconocía la necesidad de realizar un esfuerzo adicional de liberalización. Continuaba el desafío de disciplinar el comercio agrícola internacional en bases más justas y equitativas, cuestión central para los países en desarrollo.

Muchas de las nuevas disciplinas adoptadas al final de la Ronda Uruguay, a su vez, revelaron con el pasar del tiempo - y sin que fuera posible preverlo - instrumentos al servicio del proteccionismo de los países desarrollados.

Tal es el caso, por ejemplo, de las disciplinas demasiado flojas en lo que atañe a las medidas antidumping. El mecanismo de solución de diferencias, aunque más efectivo que el instrumento del GATT, es demasiado caro y complejo para la gran mayoría de los países en desarrollo. Además, el mecanismo en muchos casos tiene que limitarse, lo que es natural, a la aplicación de disciplinas que hacen parte de los acuerdos. Y esas disciplinas se basan, a su vez, en disciplinas ya negociadas por los miembros ricos (por ejemplo, los miembros de la OCDE), que reflejan más bien los intereses y condiciones de los países desarrollados.

Y doy un ejemplo, basado en la experiencia de Brasil, nuestra disputa com Canadá en relación a la aviación, entre Embraer y Bombardier. Lo que se leía en los acuerdos, sobretodo una lectura muy literal, era que aquello que los países ricos hacían era permitido, y aquello que los países pobres hacían o querían hacer no era permitido. Era un poco como la definición que Bernard Shaw hacía de la democracia: que la democracia era, en su época, el régimen que permitía a los ricos y a los pobres dormir bajo el puente. Entonces la cuestión es si, por ejemplo, los ricos podían dar garantías a la exportación, que obviamente que en un valor totalmente diferente la garantía a la exportación del Tesoro brasileño, del Tesoro argentino, del Tesoro uruguayo, del Tesoro índio y del Tesoro de Estados Unidos, del Tesoro de Canadá. Y eso sí, parecía permitido, y el apoyo directo a la exportación era prohibido. Que era lo que, con instrumentos mucho más rudimentarios, era posible hacer.

Después las interpretaciones fueron cambiando, lo que demuestra también que aquí se hizo un homenaje a Julio Lacarte, no quiero referirme especificamente a este caso, no me acuerdo si ha estado involucrado en este caso, pero es muy importante que el órgano de apelación ha también tenido en cuenta de la marcha de los tiempos, que el órgano de apelación es un poco la Corte Suprema de Estados Unidos, tiene que interpretar e incorporar la historia.

Por todo ello, resultó absolutamente fundamental iniciar una nueva ronda de negociaciones multilaterales, volcada prioritariamente a los temas del desarrollo. Los temas agrícolas están en el centro de la Agenda del Desarrollo de Doha. Para los países en desarrollo, ampliar el acceso a los mercados de los países ricos a sus produtos agrícolas es fundamental. Para lograrlo, se requiere, entre otras cosas, de la eliminación o reducción, según el caso, de los gigantescos subsidios que distorsionan el comercio agrícola internacional.

En ese sentido, ha sido fundamental la participación activa en la Ronda de Doha del Grupo de los 20, cuya creación estableció una nueva configuración de fuerzas en las negociaciones comerciales multilaterales. En comparación con la Ronda Uruguay, uno de los avances más importantes de la Ronda de Doha habrá sido un cambio significativo en el proceso de toma de decisiones, además es un cambio no escrito, pero es un cambio que ahora cuenta con mayor participación, y con una participación más efectiva de países en desarrollo, incluso de los países de menor desarrollo relativo.

El G-20 tiene hoy un rol central y constructivo en las negociaciones no solamente por presentar propuestas tecnicamente consistentes, equilibradas y realistas, sino también por buscar consensos, acercamiento de posiciones y el impulso político necesario para garantizar los indispensables avances.

El G-20 es hoy un interlocutor esencial en el contexto de la Ronda Doha. Su relevancia para la articulación política entre los países en desarrollo y entre esos y los países desarrollados está fuera de cuestión. En julio pasado, como ha sido dicho por Pascal Lamy, dificultades en las negociaciones llevaron a la suspensión de los trabajos de la Ronda Doha.

Para los países en desarrollo, el cumplimiento del mandato de Doha es esencial para la consecución de los objetivos de la eliminación de la pobreza y de promoción del desarrollo.

El fracaso de las negociaciones no es una opción. Tendría consecuencias más allá del campo comercial. Su impacto se hará sentir en la seguridad y en la estabilidad mundial. Nos enfrentamos con el riesgo de que la OMC pueda transformarse en una entidad sin importancia, con graves consecuencias para la credibilidad del multilateralismo. Leía en una entrevista de Pascal Lamy, rapidamente, que los TLCs no son sustitutos para una ronda multilateral. Y por qué? Porque en los TLCs el peso de los fuertes vis à vis lo de los débiles es mucho más grande. Y en la OMC tenemos un equilibrio relativo de fuerzas, que puede no ser lo ideal, pero que sí, siempre logra imponer condiciones menos desfavorables.

Sin embargo, las condiciones para concluir de manera exitosa la Ronda Doha siguen dadas. No hay diferencias conceptuales insuperables, diferente de ocasiones pasadas, en que no se sabía si íbamos a incluir inversiones, servicios u otros temas, compras gubernamentales. Ahora no, no hay diferencias conceptuales. Lo que está en juego no es la inclusión o exclusión de uno u otro tema. En realidad, estamos hablando de cifras, y solamente de cifras. Claro que cifras son importantes, pero es mucho más simple negociar. La cifra de uno de los más importantes aspectos de las negociaciones agrícolas - los subsidios a la exportación - ésta ya la conocemos. La cifra es cero - y no cero en un tiempo indeterminado, sino cero dentro de poco más de cinco años. Eso es una ventaja, un beneficio formidable. En subsidios internos, se trata de algunos miles de millones de dólares, algo entre seis y siete mil millones, más o menos, y la adopción de algún ajuste en las disciplinas. Parece mucho, seis mil millones de dólares, pero cuando pensamos que la realización de las metas del milenio, por ejemplo, demanda 50 mil millones al año, verificamos que no es tanto. Y es menos aún cuando se sabe que los cinco o seis, o siete o ocho mil millones no van a ser sacados de la agricultura, pero sencillamente tienen que ser sacados de subvenciones distorsionantes para otras formas de apoyo, para ciencia y tecnología, para irrigación, otras formas que no distorsionan el comercio internacional.

En acceso a mercados, estamos hablando, estoy hablando solamente de agricultura, pero en acceso a mercados estamos hablando de algunos pocos puntos porcentuales y del trato de excepciones, además del trato especial y diferenciado para países en desarrollo. Tampoco hay brechas insuperables em bienes industriales y servicios, siempre y cuando se respete el principio de la proporcionalidad, establecido en el párrafo 24 de la Declaración de Hong Kong.

Justamente porque estoy convencido de que estamos tan cerca de un resultado equilibrado, como además se dice en el comunicado que he leído, justamente porque estoy convencido de eso, el fracaso es aún menos aceptable. Pero para que seamos capaces de llegar al resultado que todos esperamos, dos condiciones se hacen necesarias: 1) que los países ricos tienen que demostrar su liderazgo y no permitir que intereses mezquinos y sectoriales, que no son los del conjunto de su población, se interpongan en el camino; y 2) que los países pobres - a empezar por los del G-20, pero también los de los menos desarrollados, especialmente los de África, tienen que mantener su unidad.

De eso depende no sólo el resultado de "una ronda más", que viene a sumarse a muchas otras, entre las cuales la Ronda Uruguay que celebramos, sino el futuro mismo de un sistema multilateral de comercio que promueva el desarrollo, la justicia social y el fin de la pobreza en el mundo. Muchas gracias.

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